Este 25 de abril, estrenamos en cines y bajo demanda Mutafukaz, película de animación dirigida por Shujiro Nishimi y Guillaume “Run” Renard, basada en el célebre cómic homónimo (del mismo Run). La cinta, deslenguada y sangrienta, cuenta el épico viaje de un pobre diablo llamado Angelino hacia una verdad oculta y terriblemente peligrosa que pondrá en duda la identidad de sus conciudadanos, así como la suya misma. Una historia a gran escala, que se desarrolla en una de las ciudades más memorables del cine animado de los últimos años: Dark Meat City (DMC, Desolación, Mierda, Cutrez). En este texto, os daremos cuatro claves para entender la lógica de esta urbe, situada a medio camino entre la imaginación y la referencialidad.
Pero antes viajemos casi noventa años atrás, para encontrarnos con la creación del cómic en el que se inspiraría Mutafukaz en lo que respecta a la relación de los personajes con su entorno: Tintín, de Hergé, que desde 1930 hasta 1976 innovó la narrativa gráfica mainstream como pocos han conseguido. ¿Os habéis fijado que los fondos de Tintín son mucho más detallados que los personajes protagonistas? Hergé era muy minucioso con toda la documentación y la representación de los lugares que su periodista belga visitaba, cuidando la veracidad y el detallismo de los espacios por los que transitaba, por mucho que estos no fueran reales. Para el dibujante, que el espectador se identificase plenamente con sus personajes solo era posible si estos eran lo suficientemente sencillos (concepto que luego se trasladaría al mundo del videojuego) y si el paisaje que transitaban respiraba suficiente personalidad, es decir, si tenía una identidad propia. Tintín en… es una fórmula que funciona, porque el espacio adquiere tanta importancia como el mismo protagonista, y Mutafukaz es consciente de ello.
Angelino y Vinz viven en Ríos Rosas, un barrio de Dark Meat City, en Nueva California (Estados Unidos). Desde el primer minuto, comprobamos que DMC podría ser perfectamente una versión alternativa de Los Ángeles y, concretamente, de la parte sur de la capital: una zona suburbana y completamente desconectada de la pomposidad del Hollywood. El barrio latino o el “hood” afroamericano son dos espacios que forman parte de la gran imagen mítica que proyectamos al pensar en casi cualquier metrópolis estadounidense, con muchos elementos estereotípicos de ese barrio/“hood” que encuentran su doble en el cine: la pobreza, las bandas, el reggeaton en la calle, las imágenes religiosas… En este sentido, Mutafukaz procura dejar constantemente claro que el universo de nuestros protagonistas se encuentra separado solo por un pequeño pasito del nuestro: hay referencias explícitas a series como The Walking Dead (AMC, 2010-) e innumerables homenajes a la cultura pop repartidos por los exquisitos fondos: grapas de Superman, el mismo cómic de Mutafukaz, una revista dedicada a Star Wars, un anuncio de los cigarrillos Lucky Sparks (para no hacer publicidad a los Strike), e incluso podemos encontrar el famoso restaurante Coles French Dip (un hito en la ciudad de Los Ángeles), escondido en una callejuela de Dark Meat City.
Este tipo de retrato urbano constituye lo que C. S. Gonçalves (2008, 142-148) llamaría la “ciudad dramatizada” (“dramatised city”), es decir, una relectura del espíritu de Los Ángeles que permite trabajar con ella desde rasgos fácilmente traducibles a la ficción. Además de facilitar inmersión del espectador en un espacio que mentalmente ya conoce, esta dramatización es la base que muchas películas, como Mutafukaz, utilizan para construir otro tipo de representación urbanística: la “ciudad imaginada” (“envisioned city”, la traducción es mía). Al contrario de la ciudad dramatizada, esta parte de los elementos urbanos más conocidos para transformar el lugar cómo se desee. En un clásico como El planeta de los simios (Franklin Schaffner, 1968), se usó la Estatua de la Libertad como prueba definitiva del nefasto futuro que esperaba a los humanos –y, como este, hay miles de ejemplos más, pues es la estrategia situacional más usada por las narrativas futuristas y post-apocalípticas.
En Mutafukaz, esta representación imaginada pasa por la globalización absoluta de sociedad suburbana, como si en Los Ángeles real todos los conjuntos humanos se hubiesen mezclado hasta ser indistinguibles. Las calles de Dark Meat City están llenas de anuncios de marcas multinacionales y de locales que venden absolutamente de todo. Los restaurantes sirven platos extraídos de una lista aleatoria y frecuentemente inventada (muy fan de la pizzería de la calle principal, donde se puede degustar “shishi y kebob”), y la mezcla entre el doblaje original en francés y todas las expresiones tomadas del inglés y del español hacen que la mezcla cultural sea aún más extrema. Eso es bastante más deprimente de lo que podría parecer ya que obedece a un miedo completamente al día: el miedo a que la incesante globalización pueda acabar con todo rastro de identidad cultural y, por lo tanto, personal.
Esta es una idea sacada directamente del universo cyberpunk, que presenta ciudades convertidas en verdaderos laberintos culturales (el mismo Los Ángeles de Blade Runner, de Ridley Scott, por ejemplo), llenas de individuos con dilemas de identidad (Ghost in the shell, Mamoru Oshii, 1995) y/o completamente alienados. Y, como veréis, Mutafukaz tiene un importante componente cyberpunk en figuras como los Machos, los agentes de la Sección Z-7 y en todo el supuesto complot que va detrás de Angelino.
Mutafukaz es muchas cosas y son múltiples las lecturas que pueden hacerse de ella. Pero una de las más importantes pasa necesariamente por la historia de la relación que Angelino tiene con su ciudad. Una ciudad que al principio vive como una prisión, pero que al final de su viaje tendrá que aceptar como su propio hogar (al fin y al cabo, tampoco tiene otro lugar donde ir). Para comprobar con vuestros propios ojos de qué forma un sitio tan roñoso puede convertirse en habitable, o si simplemente queréis disfrutar de una película con muchos disparos, o si sois amantes de las teorías conspirativas…
Id a ver Mutafukaz el 25 de abril en cines bajo demanda. ¡Reserva tu entrada antes del 12 de Abril en Screenly!
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