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MUTAFUKAZ: detrás de una producción realmente underground

Actualizado: 3 abr 2019


Mutafukaz es de esas películas que, como todo buen hijo de la vanguardia, no ladra demasiado, pero sí muerde. Es lo que suele pasar con el panorama underground: lo pueblan cintas muy relevantes a nivel artístico, que justamente por su mala leche quedan relegadas a un segundo término dentro del circuito comercial. Así que, desde Mediatres, nos hemos propuesto explicaros cómo y por qué tenéis que estar atentos al estreno de Mutafukaz, este 25 de abril en salas, proyectada por demanda a través de Screenly.


Empecemos desde el principio. Mutafukaz fue creado por Guillaume Renard (“Run”) en el año 2000. Era una web en la que el autor, que por aquel entonces trabajaba como director artístico para Teamchman (responsables de las campañas publicitarias de Warner Bros, Swatch y Adidas, entre otros), colgaba dibujos de forma más o menos esporádica y sin ninguna intención de pasar a la historia. Pero, siendo una de las páginas más atractivas del internet de antaño, el alcance que tuvo su creación se expandió y pronto la gente empezó a pedir más. No tuvieron que esperar mucho, porque en 2002 veía la luz el corto Mutafukaz: Operation Blackhead, dirigido por el mismo Run junto a Yan Blary, otro diseñador gráfico con inquietudes artísticas. Es especialmente importante citar esta pequeña introducción del universo Mutafukaz por dos razones: por un lado, era pionera en su mezcla de animaciones en Flash y en 3D; por el otro, generó un revuelo insólito en el circuito de festivales, llegando a ser seleccionada en Sundance, la meca del cine independiente. Una cucaracha se había colado en el limpio suelo de la industria del cine.


Cómic de Mutafukaz

En 2006, Vinz y Angelino encontraron un nuevo hogar en el papel, en el primer tomo de cinco que la editorial francesa Ankama editó hasta 2015. En ellos, la historia de nuestros afables protagonistas se ampliaba, llegando a una cantidad de público insospechada (con 135.000 copias vendidas) y formulando las bases narrativas y visuales de la cinta que ahora estrenamos. Pero que la película fuese una adaptación más o menos fiel del cómic hubiese sido de lo menos underground, así que Run y Ankama se pusieron en contacto con Studio 4ºC, otro espíritu gamberro en el mundo de la animación, para trabajar juntos en el proyecto. Mutafukaz finalmente sería dirigida a dos manos entre Run y uno de los grandes nombres del estudio japonés: Shujiro Nishimi.


Este nombre puede sonar “a chino” para muchos de los seguidores del anime, pero Nishimi se sitúa detrás de uno de los mayores hitos de la historia del cine: supervisó la animación de Akira, de Katsuhiro Otomo (1988). No es el único, pues la falta de visibilidad es uno de los puntos más flacos (y a la vez, más característicos) de Studio 4ºC, que sigue situado en la primera línea de ataque dentro de la vanguardia animada nipona. Esto tiene un componente un tanto trágico, ya que sus miembros siempre se encuentran detrás de nuestras películas favoritas, pero son raramente reconocidos por sus títulos dentro del estudio. Un ejemplo muy claro es el de su cofundadora Eiko Tanaka, que ha producido clásicos como Mi vecino Totoro (1988) o Nicky, la aprendiz de bruja (1989). Masaaki Yuasa, ahora más reconocido gracias al combo de Night Is Short, Walk On Girl o Lu Over The Wall (ambas del 2017) y detrás de series como Shin Chan o Doraemon, en 2004 dirigió para Studio 4ºC la alucinante Mind Game. Otro caso es el de Shinichiro Watanabe, creador de Samurai Champloo y director de la serie Cowboy Bebop (1998-1999), que pasaría a cultivar su faceta más experimental en películas como Genius Party (2007), un catálogo colectivo de las ideas más locas que corrían por el estudio en aquel entonces.


Genius Party Beyond

Aunque no todo es fama y dinero en esta vida, así que Studio 4ºC sigue trabajando con igual o más empeño en las películas en las que creen de verdad. En las películas que llevan su marca y también en las que solo desempeñan labores secundarias de animación. Mutafukaz ha sido una de las grandes y, gracias a la aportación de la rama audiovisual de la editorial Ankama, ha podido ver la luz de forma absolutamente fiel a su espíritu original. Francia y Japón son dos países que saben cuidar de la animación nacional, aunque sea de formas completamente alejadas. Es natural, pues, que esta gamberrada psicodélica haya nacido a medio camino entre ambos lugares. Ahora es nuestro turno: Mediatres trae este estreno a salas españolas. ¿Iréis a verla?



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