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OUTRAGE 3: Cinco películas para ponerte a tono

Con Outrage 3, tocará despedirnos de una de las mejores sagas del cine japonés más reciente. Tres películas que nos han dado mucha sangre, pero también una buena dosis de cinismo y de sentido del honor. Ahora, con la fecha de estreno cada vez más cerca, toca prepararnos mentalmente para un desenlace más violento, autorreflexivo y duro que nunca. Para ello, desde Mediatres nos hemos propuesto ofrecerte, como ya hicimos con Mutafukaz, cinco películas para ver antes de cerrar la trilogía. Son títulos que encajan con la esencia de Outrage, ya sea por su temática o por su descarnado retrato de la muerte, y que os ayudarán a abrir el apetito para el épico pase del día 30.




Tae-shik (Won Bin) es un prestamista que vive sólo en un edificio donde su única amiga es So-mi (Kim Sae-ron), la hija de 10 años de su vecina, que trabaja como bailarina exótica. Un día ésta comete el error de robar un paquete de droga a unos mafiosos y esconderlo en casa de Tae-shik. Al descubrirlo, los mafiosos destrozan su casa y secuestran a la niña y a la madre, obligando a Tae-shik a hacer una peligrosa entrega para ellos. Pero lo que éstos no imaginan es el oscuro y violento pasado de nuestro héroe, y el infierno que desatará a su paso con tal de liberar a su joven amiga.

El hombre sin pasado fue la película más taquillera del año en Corea y arrasó en todas las entregas de premios del país, destacando sobre todo a Won Bin como actor protagonista. Efectivamente, Won Bin se desmarcaba del estilo joven e indefenso de sus anteriores papeles (como, por ejemplo, en Mother), un cambio que Kitano también ha defendido en su rol de yakuza, antes de talante taciturno y ahora definitivamente más agresivo. La niña, Kim Sae-Ron, se ha ganado el apodo de la “Dakota Fanning coreana”, lo cual augura una carrera muy prolífica para la actriz más joven en pisar la alfombra roja de Cannes. El director Lee Jeong-beom dirigiría en 2014 El redentor, con Jang Dong-Gun (Lazos de guerra) y Kim Min-hee (musa indiscutible de Hong Sang-soo), y acaba de estrenar para Netflix Jo Pil-Ho: El despertar de la rabia.




En 1982 Ik-hyun (Choi Min-sik) es un funcionario de aduanas corrupto que está a punto de ser despedido. Decidido a dar un último gran golpe, termina aliado con uno de los jefes mafiosos más importantes de Busan, Hyung-bae (Ha Jung-woo). Ik-hyun se gana su confianza de inmediato gracias a su imparable verborrea y, así, la fuerza de uno y las habilidades del otro les permitirán convertirse en los amos de Busan. Pero al llegar los años 90, el gobierno anuncia la guerra abierta contra el crimen organizado, y es entonces cuando empiezan a aparecer grietas en su relación. La guerra abierta por el poder absoluto ha comenzado.

Otro número uno en la taquilla de Corea con una fulgurante carrera en la temporada de premios de cine asiático. En esta ocasión, el inconmensurable actor Choi Min-sik (protagonista de Oldboy, Encontré al diablo o Lucy) se unía a Ha Jung-woo (The yellow sea y The Berlin File) para formar lo que muchos calificaron en su día como “la pareja de gángsters definitiva”. Como traslada Kitano a su particular universo, el director y guionista Jong-bin Yoon (The Unforgiven, Beastie Boys) retrata sin tapujos y con muy mala leche la sanguinaria guerra para conseguir el poder sobre una mafia ya metida en serios problemas. Como Outrage nos ha enseñado, la ambición es el peor enemigo de un mafioso y la traición se esconde detrás de cada esquina.




Nishi (Takeshi Kitano) es un violento e impredecible policía que abandona su carrera como agente de la ley después de que su compañero quede postrado en una silla de ruedas en un accidente. Acuciado por las deudas que acarrean el tratamiento de la enfermedad terminal que sufre su mujer, se verá obligado a pedir un préstamo a la yakuza que antes combatía.

Hana-bi es un título de presencia obligatoria en la trayectoria vital de cualquier cinéfilo, para empezar. A la vez, representa una suerte de piedra roseta del estilo Kitano y un punto de inflexión en la carrera del cineasta. Habiendo ganado con ella el León de Oro de la prestigiosa Bienal de Venecia y el Premio a la Mejor Película No-Europea en los European Film Awards, el director se situó definitivamente a la cabeza de toda la cinematografía de autor japonesa. Otro punto a su favor es que la película gustó mucho a Carlos Boyero, que la encontró “Muy buena (...) perturbadora, violenta y lírica”. Y, aunque Kitano volvería a vestir tatuajes y ropas elegantes para Outrage, la demoledora tranquilidad y el enorme sentido de la tragedia de Hana-bi son una faceta del director que cuesta olvidar. En este sentido, ambos títulos conforman un binomio que vale la pena revisitar.




Un mes después de la graduación de Genji y Serizawa, la batalla por conquistar el instituto Suzuran vuelve a empezar con el nuevo curso. Kazeo (Masahiro Higashide) llega como un prometedor novato con grandes aspiraciones, pero la competencia por el primer puesto en el nuevo año es feroz. Además, la guerra abierta se extenderá contra la poderosa Escuela Industrial Kurosaki, obligando incluso a antiguos alumnos como Ken, Makise o el propio Rindaman a tomar partido de nuevo.

Más que una saga, Crows puede considerarse un auténtico fenómeno en Japón. Que en su momento triunfase no era algo difícil, pues adaptaba el exitoso manga de Hiroshi Takahashi, que ya tuvo su adaptación en anime a medianos de los 90. Pero las cotas de éxito alcanzaron las tres películas en imagen real era absolutamente impredecible. Crows-zero, además de conquistar la taquilla con una recaudación de 25 millones de dólares en solo un mes, es considerada por muchos como la mejor película del maestro de la acción Takashi Miike. La violencia desatada que abría la primera parte de la trilogía crecería en la segunda y, como en Outrage, encontraría un nuevo y más cruento arco en su desenlace. Aunque se cambien pistolas por puñetazos, el destino en juego es igual de crucial para ambas historias.




Cómo no incluir en esta lista las dos películas anteriores de la trilogía. Ambos títulos son indispensables para comprender la magnitud de los eventos en este cierre narrativo, además de una auténtica joya para el espectador más gourmet. Si la primera Outrage se centraba en el apático papel de Otomo (Kitano) en la guerra entre las familias de mafiosos Ikemoto y Murase, en la segunda la intervención de Otomo ya es algo personal. Además, de forma parecida a su prima norteamericana El padrino (Francis Ford Coppola, 1972-1990), Outrage 2 iguala a su predecesora y hasta la supera en materia de puesta en escena y ritmo. Segundas partes sí pueden ser buenas.


Para los que no tengáis tiempo de poneros al día, os resumimos aquí las rencillas yakuza que nos llevan hasta Outrage 3.


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